Feed icon

jueves, 24 de septiembre de 2009

HiStoRia De AmoR - 20 -

Después de eso tuve que ceder en lo de descansar. Mi cuerpo estaba exhausto a pesar de haber estado mucho tiempo durmiendo.
Víctor se quedó conmigo todo el tiempo. Me hizo compañía y yo se lo agradecí mucho. Gracias a él mis padres no se enteraron de nada. Parece que un par de billetes de más pudieron callar al buen doctor. Es patético como el dinero puede arreglarlo casi todo. En fin, poderoso caballero es don dinero…
Me volví a despertar y me erguí un poco para estirarme. Al mirar a mi lado contemple una butaca marrón, la misma que antes, pero con un pequeño detalle, estaba vacía.
Víctor no estaba en la habitación. Al fin y al cabo el tendría cosas más importantes que hacer que cuidarme a mí, ¿no?
Me levanté despacio con miedo a caerme, pero al parecer podía mantenerme en pie. Ande con cuidado y apoyándome en todo lo que veía camino a la ventana cuando por fin llegué, a duras penas, eché la cortina y bajé un poco la persiana. No me gusta la luz del sol, es incómoda y desagradable.
Aun estaba en pie de cara a la ventana cuando la puerta se abrió a mis espaldas y me giré para ver quién era.
Víctor entró con una bandeja en las manos. Tenía pinta de desayuno. Ojeé rápidamente los platos y luego subí la vista hasta su rostro. Me miraba serio y preocupado.
- Pero, ¿qué haces levantada? – preguntó dejando la bandeja sobre un escritorio que había enfrente de la cama y luego viniendo a mi lado para sujetarme.
- Estaba echando la cortina… la luz me molesta – confesé.
Me miró con gesto de sorpresa arqueando las cejas.
- Bueno, ya has cumplido tu objetivo. Ahora ya está volviendo a su cama señorita.
Me sujetó con cuidado y me ayudo a volver a la cama. Cualquiera diría que lo que tenía era una simple anemia. Parecía como si estuviera gravemente enferma y solo había estado un tiempo sin comer… vale también era grave pero no era para exagerar tanto… ¿no?
- Te he traído tu desayuno. No creí que te despertaras tan pronto. – depositó la bandeja sobre mis piernas para que pudiera desayunar.
- Uff… - exclamé- que de cosas. – añadí contemplando detenidamente los platos.
En aquella bandeja había dos huevos fritos, un vaso de leche, churros, dos tostadas y un zumo de naranja. Claramente había demasiadas cosas comparado con el pequeño tazón de cereales que acostumbraba a comer.
- Pues es un menú explícito para ti, chica anémica, así que te lo vas a comer todo como prometiste.
- Está bien, lo intentaré. – dije mientras pensaba por dónde empezar.
Empecé a desayunar. No tenía apenas hambre pero que se le iba a hacer. Cuanto antes me recuperara antes saldría de allí.
Mientras pegaba pequeños bocados a aquella tostada no pude evitar mirar a Víctor. Lógicamente, no había mucho a lo que mirar allí.
Víctor me miraba fijamente contemplando cada uno de mis movimientos. Estaba apoyado completamente en el respaldo de aquella butaca. ¡Estaba tremendamente sexy!
Me fije detenidamente en la ropa que llevaba. Un jersey ajustado negro y vaqueros. Llevaba el pelo de punta y también le quedaba muy bien, aunque me gustaba mucho su estilo larguillo y liso.
Dios, ¡le estaba mirando descaradamente! Cada vez me estaba pareciendo más y más a esas chicas que se guían solo por un buen físico y un talonario con muchos ceros colgado del cuello.
- ¿Tú no desayunas? – pregunté intentando desviarme de mis pensamientos.
- Como no me desayune a una de esas enfermeras, no sé que podría desayunar aquí. Prefiero esperar a la noche y no dejarte sin una enfermera que pudieras necesitar después.
Me entró un escalofrío al imaginarme la escena. La pobre enfermera vagando por los pasillos buscando alguna de las habitaciones de sus pacientes y un vampiro asechándola entre las sombras. Sonreí. Pero eso me hizo preguntarme también…
- ¿Matas a tus presas?
- Bueno… - lo pillé desprevenido- normalmente no, pero eso también depende de que persona. Si mi víctima es una chica, la dejo con vida, incluso con sangre suficiente como para que siga su camino. Después de morderla le borro la mente y no se acordará de nada de lo que le ha pasado. Pero si mi víctima es un macarra o un ladrón, violador, etc. suelo... saciar bastante mi sed.
- Bueno, me alegra que no mates a las pobres chicas…- comenté.
Ya había conseguido terminarme casi todo el desayuno y le di la bandeja a Víctor el cual salió de la habitación para devolverla a su correspondiente lugar. Yo aproveché mientras para ir al baño. Conseguí llegar casi sin problemas ya que estaba bastante cerca. Cuando regresé a mi habitación Víctor ya estaba otra vez en su sitio.
- Quiero quitarme esta estúpida bata. – dije.
- ¿Por qué? Si estas muy sexy. – sonrió.
Volví a mirar la bata, definitivamente era feísima. Aunque estaba abierta por los lados y a no ser por un fino cordón que servía como cinturón, se me estaría viendo todo el cuerpo. Ya veía lo sexy que mencionó él. No pude evitar sonreír.
Entonces Víctor me atrajo hacia él con un rápido movimiento y me sentó en su regazo. Intenté levantarme pero él me lo impidió y estiró su mano para acariciarme el rostro. Era un tacto frío pero agradable y sus ojos eran penetrantes y brillaban cuando se cruzaban con los míos.
En ese momento entró el doctor y nos pilló de esa guisa. Me levanté rápidamente y por ello me mareé y casi perdí el equilibrio.
Víctor me sujeto y me ayudo a meterme en la cama.
- Siento interrumpir la escena romántica. Bien, ¿Qué tal a desayunado? - preguntó el doctor
- Me lo he comido todo con mucha dificultad y tengo un poco de nauseas. - contesté
- Eso es normal al principio, ya se irá acostumbrando. Bueno siga así. Volveré después del almuerzo. – se despidió saliendo de la habitación.
Víctor me miró y sonrió pícaramente.
Yo me sonrojé y le devolví la sonrisa.

domingo, 20 de septiembre de 2009

HiStoRia De AmoR - 19 - B

- Eso ya suena más normal. – su sonrisa picara me hipnotizó – cuando quieras repetimos. – añadió sin perder la sonrisa y acariciando mi rostro con dulzura.
- ¡No! – grité mientras le daba un manotazo.
Por fin reaccionaba con lógica y me disgustó muchísimo lo ocurrido. ¿Cómo podía haberse atrevido a hacerme… eso… cuando yo tan siquiera estaba cociente? Era asqueroso y despreciable. Me quedé mirándole incrédula y con cierto asco…
… Pero el simplemente partió a reír. Lo hacía con ganas y eso me aturdió totalmente. Hice un mohín de disgusto.
- Que ingenua eres Alexia. – dijo entre risas- ¿De verdad creías que te habría tocado así como así? Y sobre todo estando inconsciente. Creí que me conocerías un poco mejor… Yo jamás te haría daño.
- ¿Me has… mentido?- conseguí preguntar.
- Era una simple broma… - dijo. Eso fue bastante para que me enfadara totalmente con él.
Cogí mi almohada y le sacudí con ella. O eso creía…
Cuando di el golpe él no estaba ahí. Busqué por la habitación y lo encontré en al otro lado de esta. Riéndose, por supuesto.
- Que lenta eres. Y que pocos reflejos, ¿no crees?
- Déjame en paz. – Terminé la conversación y me acosté en la cama tapándome con la enorme corcha.
Le di la espalda con la intención de que comprendiera que quería que se fuera. Pero esté no dio por terminada la charla y se sentó a mi lado otra vez.
- Solo quería entretenerte… podías haber sacado… el otro tema…
- ¿Otro tema?
- Bueno, los otros temas… Podrías haber sacado el hecho de que unos compañeros de clase te hubieran intentado violar…
- Ah…- dije sin aliento.
No había pensado en eso aun y entonces reavivé esas imágenes en mi cabeza que me hicieron estremecerme y llevarme las manos a la cabeza.
- … o el hecho de que hubiera vuelto, en el momento preciso al fin y al cabo, cuando dije que no volvería…
- ¿Por qué volviste? – pregunté entonces acordándome de todo con más claridad.
- Bueno… quería volver a verte. Quería ver si estabas bien… y aunque me prometí que no me verías… no tuve otra opción en esos momentos.
Le miré fijamente mientras analizaba toda esa información. Esté se levantó entonces.
- Bueno, ya estás bien a salvo, la policía se ha llevado a esos tres así que no creo que vuelvan a molestarte… Cuídate. – se despidió.
Dio media vuelta para irse…
… pero algo lo detuvo.
Mi mano le agarró fuertemente la camisa. Había salido de la corcha y ahora todas mis fuerzas se centraban en que no se fuera. Él miró incrédulo como me aferraba a él.
- No… te vayas. – sollocé. Contuve las lágrimas y esperé con todas mis ganas una respuesta.
- …¿Por qué no? – preguntó.
- Yo… esto… - no sabía que responder. Ni yo misma sabía que estaba haciendo.
Se giró de nuevo y me abrazó fuertemente. Como si me hubiera estado anhelando durante mucho tiempo y por fin me tuviera en sus brazos.
- Por ahora me sirve con eso. – fue todo lo que dijo.
Nos quedamos así, abrazados…

jueves, 17 de septiembre de 2009

HiStoRia De AmoR - 19 -

Me desperté en una ha habitación. Estaba tumbada en una cama y me detuve a ver el sitio en el que me encontraba. L as paredes eran blancas y los muebles tenían tonalidades blancas. Por la ventana entraban lo que parecían los primeros rayos de sol de la mañana. Junto a mi cama había una mesita de noche en la que había un jarrón cutre con flores baratas pero a su vez, bonitas. ¿Un hospital? Me pregunté.
Intenté levantarme y algo en mi brazo me lo impidió. Tenía puesto un gotero. Definitivamente esto era un hospital.
Odiaba las agujas y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Como pude, controlé mi miedo y respiré hondo. No hay nada en mi brazo, me mentí. Continué examinando la habitación y una oleada de sentimientos me embargaron cuando vi a Víctor a mi lado. Estaba sentado en un sillón que había junto a mí y estaba durmiendo. Pero que monada, pensé.
Intenté alargar mi brazo para cogerle la mano, pero no me acordaba del odioso gotero y solté un pequeño grito ahogado cuando noté como la aguja de movía dentro de este.
Víctor abrió los ojos poco a poco y me miró. Me quedé parada mirándole fijamente hasta que este me sonrió y aparté la mirada tremendamente avergonzada.
- Buenos días, bella durmiente – me saludo riéndose - ¿Qué tal estás?- Preguntó con algo de preocupación en su voz.
- Bien… - dije con un hilillo de voz.
- ¿Quieres que te quiten ya el gotero? – preguntó y yo le eché una mirada tremendamente agradecida.
- Si, por favor – supliqué.
Víctor salió de la habitación sonriéndome como siempre hacía. Al cabo de unos minutos entraron un doctor y una enfermera junto con él.
- Buenos días, ¿cómo se encuentra? – preguntó el doctor mientras la enfermera me quitaba el gotero.
Aparté la vista para no marearme al ver la aguja y cerré los ojos con fuerza con la esperanza de no sentir nada.
Una vez hubo terminado mi patética actuación y mi brazo estuvo a salvo volví a mirar al doctor.
- Estoy bien, gracias – respondí a su anterior pregunta.
- Perfecto. Veamos. Ha sufrido usted un desmayo producido por la anemia. Este señor la trajo entrada la noche y tuvimos que inyectarle sangre. ¿Come usted normalmente? es decir, ¿se salta alguna comida?
- Bueno… no he comido mucho últimamente – confesé – Casi nunca tengo hambre…
- Señorita aunque no se tenga hambre no puede saltarse numerosas comidas. Su cuerpo necesita los alimentos para coger nutrientes que la mantengan con fuerzas y poder crear la sangre que reparte estos nutrientes por todo su organismo. No debe tomarse estas cosas a guasa. Cuando llegó aquí su estado era crítico. Si no la hubiéramos atendido no lo habría podido contar – Me miró serio y Víctor también.
- Lo siento… - reflexioné – comeré aunque no tenga hambre… - le prometí.
- Eso espero – rezó, mientras escribía algo en su cuadernillo – Y para asegurarnos de que esto se cumpla la tendremos hospitalizada aquí unos días. ¿Puede facilitarnos el número de teléfono de sus padres?
- Oh, no… están de vacaciones y no me gustaría estropeárselas por mi culpa – le pedí.
- Lo siento pero son las normas…
- Perdone, - intervino Víctor – Soy su novio y estoy a cargo de ella. ¿Le importaría que yo informara a sus padres? También me ofrezco a pagar la hospitalización si es lo que os preocupa.
- Está bien – meditó el doctor.
Todos salieron de la habitación y yo me quedé sola. Contemplé los rayos del sol que ya casi me cegaban.
Al poco tiempo, Víctor entró y se sentó en el sillón junto a mi.
- Te lo devolveré – le juré.
- No me debes nada – contestó ofendido – tengo mucho dinero, no voy a echarlo en falta – sonrió.
Nos quedamos en silencio contemplándonos el uno al otro.
- Gracias por lo de anoche… - le dije con tremenda sinceridad. Entonces recordé más a fondo lo sucedido y el asunto de mi ropa rajada… ¡Mi ropa rajada!, me dije asustada. Baje la vista para ver el estado en el que me encontraba. Tenía puesta la típica bata de hospital.
- Anoche… que pasó cuando… - pregunté asustada. La chica indefensa semidesnuda y desmayada en manos de un chico y en la lejanía de cualquier posible ayuda… Pero Víctor no creo que… aunque esto no quita que es un hombre y es su naturaleza… pero…
- Fue increíble – dijo mientras me sonreía y abría los ojos de par en par como recalcando lo esplendido que fue. Mis peores temores se habían confirmado…
- Pero…- Seguía sin poder creérmelo.
Víctor me miró seriamente y yo me ruboricé al pensarlo en ello…
Entonces se levantó y se acercó a mí teniendo su esplendido rostro a escasos centímetros del mío. Me miró fijamente a los ojos y la poca sangre que tuviera, acudió a mis mejillas poniéndolas al rojo vivo.
- Deberías estar gritándome y diciéndome de todas las cosas que se te ocurrieran menos bonito, y sin embargo te sonrojas y callas – advirtió sorprendido.
Yo no sabía que decir y solo conseguí tartamudear un:
- Yo… capullo.
Entonces Víctor sonrió y terminó con la distancia que nos separaba dándome un cálido beso que poco a poco fue convirtiéndose en un beso fugaz y lleno de ansiedad que me recordó al de la noche pasada antes de que me desmayara.
- Eso ya suena más normal. – su sonrisa picara me hipnotizo.


Continuará...

martes, 15 de septiembre de 2009

HiStoRia De AmoR - 18 -


Continuaba sin ganas de comer... solo tomé un refresco para aclararme la garganta.
Mientras me levantaba y daba un paseo por los pasillos intentaba asociar las imágenes de mi sueño con lo que había vivido en el día de hoy.
Me llevé la mano a la cabeza y solté un suspiro.
No tenía sentido que hubiera soñado con lo que pasaría... al día siguiente.
Anduve hasta la taquilla y saqué unos libros cuyas asignaturas tendría en las horas siguientes.
Cuando cerré la taquilla…ella estaba ahí.
Erika, junto con su prima, estaba justo a mi lado y ambas sonrieron mientras me miraban.
Aguardé a que me dijeran lo que tuvieran que decirme pero estas se limitaron a mirarme fijamente. Atisbé un punto de malicia en los ojos de Erika la cual se decidió a decirme:
- Cuanto tiempo, querida. – Ambas sonrieron.
- Sí, mucho, Erika. – contesté girándome para irme. No podía aguantar ver en lo que se había convertido. Esas chicas la habían convertido en una de ellas…
Mi pobre Erika…
En ese momento Erika me agarró el brazo y me obligó a girarme. Esa imagen de Erika justo delante de mía era idéntica a la de mi sueño. Exactamente iguales.
Esto me aturdió y apenas pude escuchar como Erika me exigía:
- ¿Dónde está Víctor? Seguro que tú has tenido algo que ver. Dime donde está, ¡ahora!
Estaba muy mareada y apenas me controle en pie. Caí sobre mis rodillas y me esforcé por centrar mi vista. Veía todo turbio, estaba demasiado mareada. Me apoyé con las manos en el suelo. Este estaba frío, una sensación que me relajaba en parte.
- ¿Qué le pasa al monstruito? – preguntó la prima de Erika sin tan siquiera un pequeño tono de preocupación.
- Yo que sé. Vámonos antes de que vomite. - contestó Erika. – Total, parece que ella tampoco sabe nada.
Aunque no pude verla, presentía en su tono que estaba asqueada. Era fácil imaginar la cara que tendría puesta.
Ambas giraron y continuaron andando por el pasillo.
Yo me quedé allí, moribunda, sin apenas fuerzas para levantarme. Apoyé mi mejilla contra el frío suelo para que me calmara un poco. Luego intenté levantarme y llegué hasta mi clase apoyándome en las taquillas y paredes que había en el camino. Me senté en mi pupitre y esperé a que comenzara la clase. Para cuando esta empezó ya me encontraba un poco mejor así que no vi necesario irme de allí. Abría sido un mareo de la impresión.
Una vez terminada las clases me levanté y recogí mis cosas. Los alumnos comenzaron a salir de la clase. Presentí como alguien me miraba y eche un vistazo. Erika estaba hablando con los chicos que antes habían venido a molestarme. Intenté no prestar atención a lo que decían pero no pude evitar oír el final:
- Hazlo – dijo Erika.
- Encantado – contestó el chico con una sonrisa de oreja a oreja.
Salí de la clase y me fui a casa. Estaba cansada y me puse a dormir en cuanto llegué.
El ruido de un camión al pasar por la carretera cerca de mi casa me despertó. Me di una ducha y me asomé a la ventana pensando que podía hacer aquella tarde.
No se me ocurría nada y me giré para salir de mi cuarto y ver la tele en el salón cuando vi el pequeño sobre que había en mi mesita de noche.
Entonces fue cuando recordé que tenía que echar el sobre al buzón, menuda cabeza.
Me puse un chándal negro y salí de casa con el sobre en la mano.
Al salir cerré la puerta con llave. Un ruido de pasos entre unos arbustos me hizo girar. No había nadie allí. Dios mío… ya estaba paranoica.
Comencé a caminar en dirección del buzón más cercano.
Noté un par de veces como alguien me miraba pero cuando me giraba no había nadie.
Pensé en la remota posibilidad de que fuera Víctor y esto me produjo un inmenso cosquilleo en la barriga.
Continué caminando y por fin llegué al buzón. Metí el sobre y luego continué caminando.
Volví a notar la misma sensación y al girarme vi que a unos cinco metros de mi estaba la pandilla de chicos de mi clase. Eran cuatro y hablaban animadamente entre ellos.
Continué mi camino a ritmo más rápido. Quería perderlos de vista.
Crucé la callé y me metí por pequeño callejón que daba a otra calle más amplia. Seguí rauda y al cabo de unos minutos me giré. Ellos seguían a esos escasos 5 metros y ya no sonreían. Me miraban fijamente y mi cerebro reaccionó. Empecé a correr con todas mis fuerzas sin apenas fijarme por donde iba. Cogía el primer camino que veía sin importar a donde llevara. Podía oír las grandes zancadas de mis seguidores tras de mí.
Mi corazón iba a mil por hora y sentía como iba a salir del pecho de un momento a otro. Estaba muy asustada.
Estaba muy débil y apenas podía correr. Me volvió a embargar el mareo que sentí aquella mañana y tuve que apoyarme en un árbol que había junto a mí.
Los chicos estaban muy cerca y continué como pude pero me habían alcanzado.
- Hola, fea– me dijo mi captor sonriendo maliciosamente.
- ¡Suéltame! – le grité con un ridículo hilito de voz.
Intenté forcejear con el pero estaba muy débil.
- No, no pienso soltarte tan pronto, princesita. – respondió mientras se sacaba una navaja del bolsillo trasero de sus vaqueros.
- ¡No!- grité inútilmente mientras me rajaba la sudadera y la camisa. Tenía lágrimas en los ojos que delataban mi miedo. Pero, en una situación así, ¿quién no tendría miedo? Sus amigos contemplaban la escena divertidos y jartándose de reír.
Saqué fuerzas de mi propio miedo y le di una patada en la entrepierna. A este se le calló la navaja mientras ponía las manos en sus doloridos miembros. Yo aproveché el momento para huir. Pero fueron unos escasos segundos y me perseguían de nuevo a apenas dos metros.
- ¡Cogedla! ¡Que no escape! – gritó.
Entonces fue cuando al girar a mi izquierda, vi aquel parque.
Ese parque con el que había soñado, en el que nunca había estado y que yo tenía dibujado en mi libreta.
No tuve tiempo de pensar y entré en el.
Pero una vez dentro el mismo chico de antes me cogió y me tiró al suelo.
- ¡Te vas a enterar! – exclamó agitando el brazo para propinarme un puñetazo. Cerré los ojos.
Y escuche un golpe. Pero no sentí nada. Abrí los ojos y contemplé atónita la escena que se observaba frente mis ojos.
- Víctor.- susurré perpleja.
Si, Víctor había parado el golpe con su mano y le echaba una mirada envenenada a los allí presentes. Continué allí tirada con mi ropa superior colgando dejando ver mi pecho.
Pude reaccionar a duras penas y miré a mí alrededor. Allí estaba la especie de iglú de mi imagen. Escuché otro golpe y cuando volví a mirarlos mi acosador estaba en el suelo con la nariz rota y lleno de sangre de la hemorragia.
Los demás chicos se abalanzaron sobre Víctor que tenía los ojos rojos como otras tantas veces y en un rápido movimiento que mi cerebro no pudo captar… todos estaban en el suelo.
Me arrastré asustada aun hasta dentro del iglú. Al cabo de unos segundos Víctor también entró y se sentó frente a mí.
Le miré atónita y bajeé la mirada por el cosquilleo en el estomago… cuando me di cuenta que mis pechos estaban al descubierto. Me tapé rápidamente avergonzada y Víctor sonrió.
Entonces… cogió mis manos las cuales tapaban mis pechos y las apartó a la misma vez que se abalanzaba sobre mí y ponía mis manos a cada lado de mi cabeza. Me besó, apasionadamente como si se le fuera la vida en ello. El mareo pudo conmigo y me desvanecí.

jueves, 10 de septiembre de 2009

HiStoRia De AmoR - 17 -

Esa noche hacía mucho frío.
Tenía la ventana cerrada pero aun así estaba congelada.
Recuerdo que tube un sueño muy extraño.
Imágenes sin coerencia aparecían en mi mente unidas como si fuera una película.
En una vi a Erika frente a mi junto con su prima.
En otra pude ver el comedor.
También salía mi madre en el salón en una de ellas. Se agachaba a coger unas llaves.
No le encontraba sentido a las imágenes, estaban desordenadas.
Me vi jadeando apollada en un árbol mientras miraba aterrorizada hacia atrás.
No comprendía nada.
Entonces vi un parque. Estaba segura de haber visto antes ese parque pero, ¿en donde?
La imagen se centraba en una especie de iglú.
Me sobresaltó el ruido del despertador. Contemplé sorprendida como me había despertado a la hora adecuada por una vez. Ya era hora, pensé.
Me erguí en la cama y pasé las manos por mi cara.
¿Donde había visto antes ese parque? No podía recordarlo y eso era muy ... frustante.
Víctor...
¡¿Qué?! ¿A que viene ahora ese pensamiento? O vamos Alexia deja ya ese tema por favor...
Me di una ducha con cuidado de no mojar la venda de mi mano.
El negro volvió a ser el color prioritario en mi vestuario.
Bajé las escaleras y casi me desayuno el suelo cuando perdí el control de mi pierna y di gracias de haberme sujetado a la barandilla. No tenía fuerzas ni para bajar las escaleras, era deprimente.
Para mi sorpresa mi madre estaba en la cocina apurando su café y se levantó nada más verme.
- Buenos días.- saludó mientras cambiaba de habitación.- Llego tarde, martito despertador...
Valla. Era reconfortante que no fuera la única a la que el despertador le hacía una jugarreta.
- Soy un desastre, ¿donde están mis llaves?- preguntó mientras retiraba trastos de la mesa. Algo cayó al suelo y ella se agachó para cogerlo.
- Ah, aquí están.
Un momento. Esta escena me suena.
Era una de las imágenes que había soñado. ¿Un sueño premonitorio? No puede ser el parque ni siquiera lo conosco.
Cogí un zumo y me coloqué la mochila al hombro.
- Adiós. Cuídate. - se despidió mi madre.
A penas dijo eso ya había salido de casa.
- Adiós... - dije en la soledad que embargó la casa.
Mientras bebía aquel zumo fui andando despacio hasta el instituto.
Busco medicina para olvidar lo doloroso, resité en mi mente.
Llegué a mi clase y me senté, por fin, en mi asiento.
No pude evitar darme cuenta de que unos chicos de mi misma clase me estaban mirando desde la otra punta de esta.
Al rato se acercaron y yo bajé la vista asia mi cuaderno.
- Ey fea. - me llamó uno de ellos.
No hice muestra de haberle escuchado.
- ¿Te a comido la lengua el murciélago? - preguntó sarcástico. Sus amigos partieron a reír. - Te estoy hablando a ti niñata - Me gritó cogiéndome del brazo. Le pegué un empujón para que me soltara.
- No me toques. - Le eché una mirada feroz. No estaba de humor para pelearme con canis.
- Ey gatita no saques las uñas tan pronto.
- Déjame en paz.
- Ja, ja,ja ... parece que tu protector guaperas se a cansado de ti ¿no?
- Más o menos como tu madre de ti.
Los amigos se rieron y el anfitrión me miró con malicia.
- Me han dicho que tu madre se pasa el día trabajando, es una estupenda prostituta ¿eh?
- Por favor, no la compares con la tuya.
- Apenas la vez. - puntualizó.
- Al menos me habla no se si se puede decir lo mismo de la tuya... - señalé con asentó burlón.
Sonó el timbre y los espectadores que aun estaban riéndose comenzaron a sentarse.
- Vámonos ya tío - le dijo a aquel chico uno de sus acompañantes.
Este me echo una última mirada y finalmente se sentó.
Pase las horas pensando y pensando...
Por favor, que este dolor se valla ya.
Una vez terminada la primera ronda de clases me pasé por el comedor. No tenía hambre y me limité a coger una limonada con hierbabuena.
Me senté y entonces sentí de nuevo un deja vi. Visualicé la misma imagen del comedor que en mi sueño. Cada uno sentados en su sitio y en la misma posición.
No entendía nada.

Continuará...