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jueves, 10 de septiembre de 2009

HiStoRia De AmoR - 17 -

Esa noche hacía mucho frío.
Tenía la ventana cerrada pero aun así estaba congelada.
Recuerdo que tube un sueño muy extraño.
Imágenes sin coerencia aparecían en mi mente unidas como si fuera una película.
En una vi a Erika frente a mi junto con su prima.
En otra pude ver el comedor.
También salía mi madre en el salón en una de ellas. Se agachaba a coger unas llaves.
No le encontraba sentido a las imágenes, estaban desordenadas.
Me vi jadeando apollada en un árbol mientras miraba aterrorizada hacia atrás.
No comprendía nada.
Entonces vi un parque. Estaba segura de haber visto antes ese parque pero, ¿en donde?
La imagen se centraba en una especie de iglú.
Me sobresaltó el ruido del despertador. Contemplé sorprendida como me había despertado a la hora adecuada por una vez. Ya era hora, pensé.
Me erguí en la cama y pasé las manos por mi cara.
¿Donde había visto antes ese parque? No podía recordarlo y eso era muy ... frustante.
Víctor...
¡¿Qué?! ¿A que viene ahora ese pensamiento? O vamos Alexia deja ya ese tema por favor...
Me di una ducha con cuidado de no mojar la venda de mi mano.
El negro volvió a ser el color prioritario en mi vestuario.
Bajé las escaleras y casi me desayuno el suelo cuando perdí el control de mi pierna y di gracias de haberme sujetado a la barandilla. No tenía fuerzas ni para bajar las escaleras, era deprimente.
Para mi sorpresa mi madre estaba en la cocina apurando su café y se levantó nada más verme.
- Buenos días.- saludó mientras cambiaba de habitación.- Llego tarde, martito despertador...
Valla. Era reconfortante que no fuera la única a la que el despertador le hacía una jugarreta.
- Soy un desastre, ¿donde están mis llaves?- preguntó mientras retiraba trastos de la mesa. Algo cayó al suelo y ella se agachó para cogerlo.
- Ah, aquí están.
Un momento. Esta escena me suena.
Era una de las imágenes que había soñado. ¿Un sueño premonitorio? No puede ser el parque ni siquiera lo conosco.
Cogí un zumo y me coloqué la mochila al hombro.
- Adiós. Cuídate. - se despidió mi madre.
A penas dijo eso ya había salido de casa.
- Adiós... - dije en la soledad que embargó la casa.
Mientras bebía aquel zumo fui andando despacio hasta el instituto.
Busco medicina para olvidar lo doloroso, resité en mi mente.
Llegué a mi clase y me senté, por fin, en mi asiento.
No pude evitar darme cuenta de que unos chicos de mi misma clase me estaban mirando desde la otra punta de esta.
Al rato se acercaron y yo bajé la vista asia mi cuaderno.
- Ey fea. - me llamó uno de ellos.
No hice muestra de haberle escuchado.
- ¿Te a comido la lengua el murciélago? - preguntó sarcástico. Sus amigos partieron a reír. - Te estoy hablando a ti niñata - Me gritó cogiéndome del brazo. Le pegué un empujón para que me soltara.
- No me toques. - Le eché una mirada feroz. No estaba de humor para pelearme con canis.
- Ey gatita no saques las uñas tan pronto.
- Déjame en paz.
- Ja, ja,ja ... parece que tu protector guaperas se a cansado de ti ¿no?
- Más o menos como tu madre de ti.
Los amigos se rieron y el anfitrión me miró con malicia.
- Me han dicho que tu madre se pasa el día trabajando, es una estupenda prostituta ¿eh?
- Por favor, no la compares con la tuya.
- Apenas la vez. - puntualizó.
- Al menos me habla no se si se puede decir lo mismo de la tuya... - señalé con asentó burlón.
Sonó el timbre y los espectadores que aun estaban riéndose comenzaron a sentarse.
- Vámonos ya tío - le dijo a aquel chico uno de sus acompañantes.
Este me echo una última mirada y finalmente se sentó.
Pase las horas pensando y pensando...
Por favor, que este dolor se valla ya.
Una vez terminada la primera ronda de clases me pasé por el comedor. No tenía hambre y me limité a coger una limonada con hierbabuena.
Me senté y entonces sentí de nuevo un deja vi. Visualicé la misma imagen del comedor que en mi sueño. Cada uno sentados en su sitio y en la misma posición.
No entendía nada.

Continuará...

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