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martes, 15 de septiembre de 2009

HiStoRia De AmoR - 18 -


Continuaba sin ganas de comer... solo tomé un refresco para aclararme la garganta.
Mientras me levantaba y daba un paseo por los pasillos intentaba asociar las imágenes de mi sueño con lo que había vivido en el día de hoy.
Me llevé la mano a la cabeza y solté un suspiro.
No tenía sentido que hubiera soñado con lo que pasaría... al día siguiente.
Anduve hasta la taquilla y saqué unos libros cuyas asignaturas tendría en las horas siguientes.
Cuando cerré la taquilla…ella estaba ahí.
Erika, junto con su prima, estaba justo a mi lado y ambas sonrieron mientras me miraban.
Aguardé a que me dijeran lo que tuvieran que decirme pero estas se limitaron a mirarme fijamente. Atisbé un punto de malicia en los ojos de Erika la cual se decidió a decirme:
- Cuanto tiempo, querida. – Ambas sonrieron.
- Sí, mucho, Erika. – contesté girándome para irme. No podía aguantar ver en lo que se había convertido. Esas chicas la habían convertido en una de ellas…
Mi pobre Erika…
En ese momento Erika me agarró el brazo y me obligó a girarme. Esa imagen de Erika justo delante de mía era idéntica a la de mi sueño. Exactamente iguales.
Esto me aturdió y apenas pude escuchar como Erika me exigía:
- ¿Dónde está Víctor? Seguro que tú has tenido algo que ver. Dime donde está, ¡ahora!
Estaba muy mareada y apenas me controle en pie. Caí sobre mis rodillas y me esforcé por centrar mi vista. Veía todo turbio, estaba demasiado mareada. Me apoyé con las manos en el suelo. Este estaba frío, una sensación que me relajaba en parte.
- ¿Qué le pasa al monstruito? – preguntó la prima de Erika sin tan siquiera un pequeño tono de preocupación.
- Yo que sé. Vámonos antes de que vomite. - contestó Erika. – Total, parece que ella tampoco sabe nada.
Aunque no pude verla, presentía en su tono que estaba asqueada. Era fácil imaginar la cara que tendría puesta.
Ambas giraron y continuaron andando por el pasillo.
Yo me quedé allí, moribunda, sin apenas fuerzas para levantarme. Apoyé mi mejilla contra el frío suelo para que me calmara un poco. Luego intenté levantarme y llegué hasta mi clase apoyándome en las taquillas y paredes que había en el camino. Me senté en mi pupitre y esperé a que comenzara la clase. Para cuando esta empezó ya me encontraba un poco mejor así que no vi necesario irme de allí. Abría sido un mareo de la impresión.
Una vez terminada las clases me levanté y recogí mis cosas. Los alumnos comenzaron a salir de la clase. Presentí como alguien me miraba y eche un vistazo. Erika estaba hablando con los chicos que antes habían venido a molestarme. Intenté no prestar atención a lo que decían pero no pude evitar oír el final:
- Hazlo – dijo Erika.
- Encantado – contestó el chico con una sonrisa de oreja a oreja.
Salí de la clase y me fui a casa. Estaba cansada y me puse a dormir en cuanto llegué.
El ruido de un camión al pasar por la carretera cerca de mi casa me despertó. Me di una ducha y me asomé a la ventana pensando que podía hacer aquella tarde.
No se me ocurría nada y me giré para salir de mi cuarto y ver la tele en el salón cuando vi el pequeño sobre que había en mi mesita de noche.
Entonces fue cuando recordé que tenía que echar el sobre al buzón, menuda cabeza.
Me puse un chándal negro y salí de casa con el sobre en la mano.
Al salir cerré la puerta con llave. Un ruido de pasos entre unos arbustos me hizo girar. No había nadie allí. Dios mío… ya estaba paranoica.
Comencé a caminar en dirección del buzón más cercano.
Noté un par de veces como alguien me miraba pero cuando me giraba no había nadie.
Pensé en la remota posibilidad de que fuera Víctor y esto me produjo un inmenso cosquilleo en la barriga.
Continué caminando y por fin llegué al buzón. Metí el sobre y luego continué caminando.
Volví a notar la misma sensación y al girarme vi que a unos cinco metros de mi estaba la pandilla de chicos de mi clase. Eran cuatro y hablaban animadamente entre ellos.
Continué mi camino a ritmo más rápido. Quería perderlos de vista.
Crucé la callé y me metí por pequeño callejón que daba a otra calle más amplia. Seguí rauda y al cabo de unos minutos me giré. Ellos seguían a esos escasos 5 metros y ya no sonreían. Me miraban fijamente y mi cerebro reaccionó. Empecé a correr con todas mis fuerzas sin apenas fijarme por donde iba. Cogía el primer camino que veía sin importar a donde llevara. Podía oír las grandes zancadas de mis seguidores tras de mí.
Mi corazón iba a mil por hora y sentía como iba a salir del pecho de un momento a otro. Estaba muy asustada.
Estaba muy débil y apenas podía correr. Me volvió a embargar el mareo que sentí aquella mañana y tuve que apoyarme en un árbol que había junto a mí.
Los chicos estaban muy cerca y continué como pude pero me habían alcanzado.
- Hola, fea– me dijo mi captor sonriendo maliciosamente.
- ¡Suéltame! – le grité con un ridículo hilito de voz.
Intenté forcejear con el pero estaba muy débil.
- No, no pienso soltarte tan pronto, princesita. – respondió mientras se sacaba una navaja del bolsillo trasero de sus vaqueros.
- ¡No!- grité inútilmente mientras me rajaba la sudadera y la camisa. Tenía lágrimas en los ojos que delataban mi miedo. Pero, en una situación así, ¿quién no tendría miedo? Sus amigos contemplaban la escena divertidos y jartándose de reír.
Saqué fuerzas de mi propio miedo y le di una patada en la entrepierna. A este se le calló la navaja mientras ponía las manos en sus doloridos miembros. Yo aproveché el momento para huir. Pero fueron unos escasos segundos y me perseguían de nuevo a apenas dos metros.
- ¡Cogedla! ¡Que no escape! – gritó.
Entonces fue cuando al girar a mi izquierda, vi aquel parque.
Ese parque con el que había soñado, en el que nunca había estado y que yo tenía dibujado en mi libreta.
No tuve tiempo de pensar y entré en el.
Pero una vez dentro el mismo chico de antes me cogió y me tiró al suelo.
- ¡Te vas a enterar! – exclamó agitando el brazo para propinarme un puñetazo. Cerré los ojos.
Y escuche un golpe. Pero no sentí nada. Abrí los ojos y contemplé atónita la escena que se observaba frente mis ojos.
- Víctor.- susurré perpleja.
Si, Víctor había parado el golpe con su mano y le echaba una mirada envenenada a los allí presentes. Continué allí tirada con mi ropa superior colgando dejando ver mi pecho.
Pude reaccionar a duras penas y miré a mí alrededor. Allí estaba la especie de iglú de mi imagen. Escuché otro golpe y cuando volví a mirarlos mi acosador estaba en el suelo con la nariz rota y lleno de sangre de la hemorragia.
Los demás chicos se abalanzaron sobre Víctor que tenía los ojos rojos como otras tantas veces y en un rápido movimiento que mi cerebro no pudo captar… todos estaban en el suelo.
Me arrastré asustada aun hasta dentro del iglú. Al cabo de unos segundos Víctor también entró y se sentó frente a mí.
Le miré atónita y bajeé la mirada por el cosquilleo en el estomago… cuando me di cuenta que mis pechos estaban al descubierto. Me tapé rápidamente avergonzada y Víctor sonrió.
Entonces… cogió mis manos las cuales tapaban mis pechos y las apartó a la misma vez que se abalanzaba sobre mí y ponía mis manos a cada lado de mi cabeza. Me besó, apasionadamente como si se le fuera la vida en ello. El mareo pudo conmigo y me desvanecí.

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