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martes, 16 de febrero de 2010

Triste Desamor

Ella le miraba con dulzura, como de costumbre.
Cada vez que esos ojos verdes, que tanto amaba, se cruzaban con su mirada, su corazón latía violento amenazando con salir de su pecho. Podía gritar de júbilo.
Pero cuando este apartaba la mirada, su corazón dejaba de latir...
- Si tan solo me amaras la mitad de lo que yo te amo... - Se decía ella.
Fueron tantos los años que transcurrieron así, que la vida la llevó a una gran incógnita, pues un día apareció ante ella un hermoso vampiro ofreciéndole la eternidad, una eternidad junto a él y un amor para siempre.
Ella respondió enseguida, pero fue una negativa lo que salió de sus labios.
Al día siguiente y sin arrepentimiento alguno, volvió a mirar a su amado.
Este le sostuvo la mirada y la saludó.
Ella sonrió a modo de respuesta.
- Para que querré la eternidad, si no puedo estar contigo.- Susurró sollozando.
- ¿Has dicho algo? - preguntó curioso el alagado.
Con un simple movimiento de cabeza, ella negó, y le volvió a sonreír, sumergiéndose de nuevo, y con los ojos llorosos, en ese verde añil.

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