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domingo, 23 de agosto de 2009

HiStoRia De AmoR - 15 -

Me despierto más bien tarde.
Ya casi era la hora de almorzar.
Y como era lógico, me preguntaba si lo de antes había sido un sueño.
Un vampiro...
Yo no podía ser su pareja de vida...
-¡Ahhh!- exclamé istérica.
Todo se amontonaba en mi cabeza y no pensaba con claridad.
Me hice un café para aclararme las ideas.
Una vez algo más calmada cojí mi diario y me puse a escribir todo lo que me había pasado hasta ahora.
Bien, ya tenía todo en orden. Como alguien leyera mi diario... me meterian en un loquero... que bien... vacaciones.
Cogí una de las hojas en blanco y anoté:
INCONVENIENTES: he perdido a mi mejor amiga (aunque en parte fuera culpa de ella ya que yo hice todo lo posible por quitarmelo de encima y ella no me quiso escuchar), a mordido a Erika, es un vampiro y por lo general peligroso... y además aun no le conosco lo suficiente como para entregarme a él por toda la eternidad...
Nada, esto no tenía ni pies ni cabeza. Me llevé las manos a la cara.
Si le digo que no... él se iría (supuestamente) y podría elejir a otra chica.
Erika no tendría que vernos juntos.
Y yo... en fin ya estaba sola... que más da seguir así.
Subí a mi cuarto y me bestí.
Me puse los patines y me fui a dar una vuelta por la ciudad.
Hoy es Sábado y no hay casi nadie. Todos aprobechan para ir a la ciudad de al lado.
Podía decir que tenía la ciudad para mi sola.
Que tranquilidad. Iba tan rápido que incluso notaba el fresco viento en mi cara.
Pero entonces pasaron tres chicos con sus bicis y uno de ellos me pegó una patada para tirarme.
Y lo consiguió. Una vez visto que habían cumplido su objetivo se fueron riendose.
- Au... - me quejé. Mi mano había caido sobre un cristal. Que suerte.
Una mano pálida se ofreció a ayudarme.
Victor. Por suspuesto.
Acepté la ayuda y me levanté del suelo.
- ¿Me permites?- volbió a tender la mano.
Dudé pero finalmente le ofrecí la mano cortada.
Aun tenía el cristal clavado y, dios, dolía mucho francamente.
- Vale, no es muy profundo. Ven . - dijo mientras cojía mi mano sana y me arrastraba hasta lo que parecía su coche.
- No es buena idea. - dije cuando me abrió la puerta. No podía ir con el como si nada y luego decirle lo que le tenía que decir...
- Ya luego hablaremos. Lo primero es curarte. - dijo como si me hubiera leído la mente.
Me monté en su coche y él se estiró para abrir la guantera. Saco un paquete pequeño en el que había un trapo. Lo rompió y lió la mano con el, con cuidado de no clavarme más el cristal.
En apenas cinco minutos paró el coche. Eran unos apartamentos. No eran precisamente nuevos pero no estaban apunto de caerse.
Entramos en su correspondiente habitación. Era pequeña y de tonos oscuros.
Apenas había claridad ya que solo había una ventana y esta daba a un pequeño patio que conectaba con las demas habitaciones y en el que un gran árbol tapaba toda la posible luz que pudiera entrar.
Me senté en la cama tal y como me señaló y el se fue al baño, supongo que a cojer bendas y demás cosas.
- Vas a tener suerte de que hubiera un botiquín en el baño. - me dijo.
Se sentó a mi lado y me quitó la venda. Cojió unas pequeñas pinzas que había traido y con mucho cuidado retiró el cristal.
- ¡Au! - me quejé.
Entonces empezó a salir sangre y me entró el pánico. Recordé que la persona que me estaba curando y tenía justo al lado era un vampiro y para cormo mi sangre le atraía más que las demás.
Pero el se quedó quieto durante unos segundos y luego me echó una mirada para comprobar mi estado.
Al ver sus ojos me calmé. No se por qué ya que la situación no cambiaba ni lo que él era tampoco. Pero me calmé. Le miré... intrigada.
Cojío con delicadeza mi mano y la acercó a su rostro. Cerró los ojos y olfateó la herida como buen catador que huele el vino antes de beberlo.
Entonces abrió los ojos y me volbió a mirar para comprobar que aun estaba calmada.
Yo solo sentía dos cosas. Por una parte dolor ya que la herida aun estaba abierta. Y por otra parte... solo sentía intriga por saber que haría él.
Una vez se hubo sersiorado de que seguía tranquila bajo la mirada de nuevo hacia mi mano y muy despacio se la llevó a la boca y lamió la herida con su lengua. Sus ojos se volbieron rojos.
Se quedó quieto durante un instante y finalmente se retiró.
- Cuesta más alejarse una vez la has probado...je... - admitió secamente.
Me echo unos cuantos productos que hicieron que me ardiera un poco más la herida pero luego ya no me dolió más.
Me vendó con cuidado y soltó mi mano.
Miró al otro lado de la habitación, como evitando encontrarse con mi mirada.
- Victor... yo... - no sabía como empezar.
Él se quedó callado y continuó mirando para otro lado.
- No puedo ser tu pareja de vida... lo siento. - me levanté y me fui a la puerta.
- Adiós, pues... - dijo avatido.
Salí de allí. Me sentí fatal. Me dolía mucho el pecho y tenía unas ganas trementas de llorar.
Lo más probable es que no le volbiera a ver nunca más...
¿Lo soportaría?
Volbí a mi casa, me quité los patines y me acosté en la cama.
Acaricié mi mano herida ... y una lagrima calló.

Continuara...

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