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sábado, 22 de agosto de 2009

HiStoRia De AmoR - 14 -

Sábado por la mañana.
Aun estaba aferrada a las sabanas de mi cama. Me negaba a despertarme.
Tampoco quería pensar en nada, así que me puse a recordar alguna de mis canciones.
Pero entonces algo frío se posó en mi hombro y se deslizo delicadamente mor todo mi brazo.
- ¿Estás despierta? - susurró a mi oído.
Di un brinco y quedé sentada en la cama, en la esquina, pegada a la pared y aferrada a mi sábana.
Le miré asustada y podía notar de nuevo ese sudor frío en mi frente.
Se alejó por pura compasión pero su expresión aun era divertida.
- No voy a hacerte daño, Alexia. - dijo dulcemente.
- ¿Qué haces aquí? - pregunté. Sentía una mezcla de sentimientos: odio, rabia, temor...
- Venía a verte. Quiero hablar contigo.
Le miré fijamente y solté la sábana. Poco a poco me senté en el filo de la cama. Asentí levemente para señalarle que podía comenzar.
Con cuidado de no asustarme se sento lentamente a mi lado. Luego me miró y dijo:
- Ante todo perdona por asustarte el otro día al lado del árbol. Supongo que fueron mis instintos y la verdad, me moría de ganas por ver la cara que ponías. - rió dibertido - y bueno, lo de tu queridísima amiga... podría decir que hizo un argumento que me... molestó mucho. - hizo una mueca - De todos modos me esforcé por no matarla ya que no creo que te sentara muy bien. - sonrió.
Bajé la cabeza. Ese comentario me sentó mal... pero me sobrepuse y volbí a mirarle.
- Se puede decir que me has torturado. Me pediste que estubiera con ella y me alejase de ti. No se como he podido aguantar tanto... has sido muy cruel. Otra razón más para que me vengase en ese momento. Solo fue una pequeña broam comparado con lo que he tenido que sorportar yo. - intentó poner mala cara.
- ¿Eres... un vampiro? - fui al grano.
- Si. Creí que ya habría quedado bastante claro. - sonrió.
- Solo quería confirmarlo... Si lo hubiera savido antes no te abría pedido que te fueras con ella. Yo no quería que le hicieras daño... - Me acurruqué y me llevé las manos a la cabeza mientras alguna que otra algrima hacía su aparición.
- Lo siento... no pude evitarlo por más tiempo. De todos modos solo fue un mordisco pequeñito. Su sangre es veneno para mi. - ahora puso cara de asco. - no sufrió nada, es más, no se acordará de lo que a pasado. - me acarició el pelo con delicadeza, intentando tranquilizarme.
- Porque no me mordiste a mi. - pregunté.
- Creeme que me encantaría, pero dudo que eso sea lo que quieres. - dijo serio.
Se abalanzó despasio contra mi. Apartó el pelo de mi cuello y lo acarició con su gélida mano. Me entró un escalofrio al roce con su piel.
Le miré intrigada. ¿Estaba pensando en morderme?
- Solo degusto visualmente el presiado elixir que corre por tus venas.
- ¿Te retienes... porque yo no quiero que lo hagas? - pregunté extrañada.
- Jamás te haría daño. Eres demasiado importante para mi. - dijo mientras se acercaba más y más a mi. Aspiraba mi aroma y me miraba con ojos tiernos.
- ¿Preciada para ti? ¿Porqué? - pregunté dubitativa.
- Bueno... es la llamada de la sangre. Todos nacemos con nuestra pareja de vida elejida. Los vampiros podemos encontrarla por la llamada de sangre. Se puede decir que tu sangre me trajo hasta ti. Es como si te conociera de toda la vida. Siento un ansia enorme de estar contigo... y de beber tu sangre... es... tan difísil de frenar...
Era increible. Desde el momento en que asimilé que era el el que estaba en mi cuarto y me había despertado... no sentí miedo alguno. Inclusco podía decir que me sentía en paz.
Este vampiro había mordido a mi ... exmejor amiga. Me estaba diciendo cuanto anela poder saborear mi sangre... y yo no estaba para nada asustada.
Aun sentía algo de rabia por lo que le había echo a mi amiga... y eso no lo podía evitar.
Intenté levantarme y apartarlo de encima. El me dejó hacerlo sin oponerse.
- Aun no me has perdonado lo de Erika eh... - dijo bajando la mirada al suelo.
Puso una cara tan triste que por un momento tenía unas ganas enormes de abrazarlo para consolarle. Pero eso no quitaba lo que había echo.
En ese momento caí en la cuenta de lo que me acababa de decir ase escasos momentos.
- ¿¡Pareja de vida!? ¡¿Me estás diciendo que yo soy la elejida para estar la eternidad a tu lado?! - casi grité. No me lo podía creer.
Soltó una carcajada ante mis patéticos reflejos. Asintió con una sonrisa feliz.
- Y si... ¿y si yo no quisiera?
Su sonrisa había perdido toda señal de alegría. Se esforzó por mantenerla a duras penas.
- Bueno, en ese caso me iría a vivir la eternidad solo... el tiempo que aguantara dicha soledad... hasta que llegara el día que me amargara y me quitara la vida. No estás obligada a nada. Yo no te obligaria a nada. Desaparecería de tu vida como si todo esto no hubiera ocurrido.
Me quedé pensando en ello. Todo esto venía muy de golpe como para pensar con coerencia.
Entonces alguien llamó a mi puerta. Miré en un autoreflejo y cuando mi cerebro capto que podían entrar y ver allí a Víctor miré hacia donde estaba él. Pero ya no estaba. Las cortinas se movian como si acabara de salir por la ventana.
Me lebanté y abrí la puerta.
Mi madre venía a decirme que papá y ella se ivan unos días al carive. Les deseé buen viaje y me dió una carta. Bien... tendría que ir a enviarla.
Una vez me despedí volbí a mi cama y dormí un rato más.
Por dios... tantas emosiones tan temprano...

Continuará...

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